Esta historia comienza por la noche, una de esas noches que parece que no terminan, hasta que me quedé dormido. Entonces empezó todo, al despertarme vi como gente empezaba a empacar cosas y las llevaba de un sitio a otro y mientras yo, sin saber cómo me encontré sentado, a bordo de un fascinante barco.
Llegamos al destino, una pequeña pero conocida isla de los mares del sur, y de pronto vi la cueva donde nos hospedábamos, mi gente y yo. El trascurso del día fue monótono, como casi todos en aquel lugar, en aquellos momentos me di cuenta de que algo raro pasaba, los días pasaban rápido pero las noches eran muy largas…
Al terminar de cenar, dimos un paseo y vimos una parte no conocida de la isla. En la que había más gente, no solo nosotros, pero hablaban un lenguaje del que yo desconocía. Tanteamos el terreno y fuimos a la taberna a tomarnos algo, al llegar a nuestro hogar, me quede atónito, pues había una especie de enciclopedia donde podías buscar de todo y me quede un rato a ver qué había pasado últimamente por otros lugares. Al terminar decidí buscar un espacio en la cual poder perderme con mi imaginación, pero en vez de eso descubrí que había un aparato que al encenderlo me traslado a otra época y sitio diferente. Y me gusto tanto que al día siguiente deseaba que se hiciera de noche otra vez para poder ir otra vez allí y poder evadirme de este mundo.
Al terminar la semana se presentaron los tres duendes que desordenaron un poco mi transcurso allí, ya el día era más ameno y las noches desaparecían.
Y todo termino mucho antes de lo esperado, me desperté y vi agujeros y muchas luces esa primera noche, hasta que me dieron un brebaje y al poco tiempo terminaron los efectos.
Hasta aquí la nueva página de mi vida llamada “odisea en la isla”